Excelente experiencia. El hotel es una casona antigua en constante reforma y mejora. La habitación tiene el tamaño justo para 2 personas, un colchón y almohadas cómodas. El baño tiene bidet y una presión de agua inigualable, dan ganas de quedarse horas debajo de la ducha.
El exterior del lugar es encantador, al pie del cerro, con parras, flores y los colores elegidos se mimetizan con la naturaleza.
La atención es buena, Rodrigo es muy atento y se nota que ama el lugar que perteneció a su familia desde el siglo 19.
Funciona, además, un resto bar con minutas y el plato del día. Comimos una pizza exquisita, muy buena calidad de los productos. Además hay cerveza artesanal.
De 9 a 11 se sirve el desayuno, muy completo, panes, tostadas, mix de frutos secos, jamón, queso, mermeladas caseras y el café...El café, es exquisito.